El jefe de la división de Xbox, Phil Spencer, ha comentado durante el E3 2018 que las consolas actuales tienen un importante desequilibrio de componentes, indicando que la CPU (el procesador) no está a la altura de la GPU (unidad gráfica).
Esto no es un problema nuevo, es decir no es algo que haya ocurrido con el lanzamiento de Xbox One X o de PS4 Pro, sino que está presente desde el lanzamiento de Xbox One y PS4. Estas cuatro consolas utilizan un procesador de bajo consumo de AMD basado en la arquitectura Jaguar, lo que significa que su rendimiento bruto (IPC) es muy bajo.
Sus frecuencias de trabajo también son muy bajas (1,6 GHz en PS4 y 2,3 GHz en Xbox One X) y de sus ocho núcleos sólo seis están libres para que los desarrolladores puedan trabajar con ellos, lo que supone que en potencia bruta están muy lejos de cualquier procesador actual de gama baja (como el Pentium G4560 por ejemplo).
Spencer ha dado a entender que este es uno de los puntos que deben mejorar para que las consolas de próxima generación ofrezcan al jugador una experiencia óptima y superior a la que hemos visto en PS4 y Xbox One. Según los últimos rumores tanto Sony como Microsoft utilizarán un procesador Zen con ocho núcleos a un mínimo de 3 GHz, una mejora muy grande frente a los chips que utilizan las consolas actuales.
