Maxwell Labs, una startup que cuenta con el apoyo de Sandia National Laboratories, está trabajando en una nueva tecnología de refrigeración de alto rendimiento que no utiliza agua ni nitrógeno líquido. Tampoco recurre al aire ni a ningún otro método tradicional de disipación del calor, sino que emplea rayos láser como método de refrigeración.
Puede parecer hasta contradictorio que un láser sea capaz de refrigeración semiconductores, pero este enfoque de Maxwell Labs tiene una particularidad, y es que estos rayos no se utilizan sin más de forma directa sobre los chips, hay un intermediario. Para conseguir esa función de disipación del calor se utilizan placas frías de arseniuro de galio ultrapuro (GaAs), que se enfrían al recibir haces focalizados de luz láser con una longitud de onda determinada.
Esas placas son la clave, porque son las que hacen una superficie en vez de calentarse, que sería lo lógico al aplicar un láser, se enfríe. La aplicación controlada y focalizada del láser permite además centralizar y reforzar el enfriamiento en puntos muy precisos, lo que ayudaría a mantener controlados incluso los "puntos calientes" más problemáticos de los semiconductores con diferentes tipos de diseños.
Es una alternativa que ha generado mucho interés, porque también puede recapturar el calor generado para convertirlo en energía aprovechable. Esa energía se puede emitir como fotones utilizables, y estos se pueden convertir en energía eléctrica, lo que ayudaría a mejorar la eficiencia de los sistemas electrónicos.
Una tecnología prometedora, pero que todavía se encuentra muy verde, y que presenta muchos desafíos pendientes de superación antes de que pueda ser utilizada a gran escala. El coste es uno de sus mayores problemas, aunque hay esperanzas de tener un prototipo funcional este año, y de crear los primeros sistemas de acceso restringido en 2027.
