Trump quiere que Apple fabrique el iPhone en Estados Unidos, pero esto es imposible. No solo es imposible porque hacerlo aumentaría el precio de venta del iPhone al doble o al triple de su nivel actual, sino porque además la cadena de distribución que tiene montada Apple es demasiado compleja para que se pueda cambiar sin más en unos pocos meses.
Para la producción del iPhone Apple necesita más de 2.700 componentes que obtiene a través de 187 proveedores en 28 países. Solo 30 de esos proveedores operan totalmente fuera de China, así que sería inviable lo que Trump está pidiendo a Apple. Aunque al presidente de Estados Unidos no le guste, China es imprescindible para Apple, y para otras muchas empresas tecnológicas.
Menos de un 5% de los componentes del iPhone se fabrican en Estados Unidos, y ciertos elementos que son básicos para el iPhone, como la pantalla retroiluminada y la capa que permite la interacción táctil, se fabrican en China. Que la mayoría de los fabricantes y proveedores estén en China también hace que todo sea más fácil.
No solo se trata de que China es un país con mano de obra más barata. Además este país tiene mano de obra cualificada, y hace que centralizar la producción y el suministro de componentes sea mucho más fácil. Esto ayuda a Apple a reducir costes de producción, permite que el control de la cadena de suministros y de esa producción sea más sencillo.
El iPhone "made in America" no es posible, salvo que alguien piense que los consumidores estarían dispuestos a pagar 3.500 dólares por ese iPhone. Quizá Apple todavía sería capaz de venderlo a ese precio, pero perdería muchísima cuota de mercado y este pasaría a ser un objeto de lujo absurdamente caro.
