NVIDIA quiere aprovechar de todas las formas posibles el auge de la IA y su posición dominante en este mercado como fabricante de aceleradoras gráficas. La compañía está tomando medidas para pasar a ser un proveedor de infraestructura completa para empresas y profesionales, y también está intentando reducir los ciclos de producción y lanzamiento de nuevas generaciones y arquitecturas.
Este cambio podría tener unas implicaciones muy grandes en muchos frentes. Si NVIDIA lanza nuevas aceleradoras gráficas en ciclos de seis meses, que es lo que podría suceder con Vera Rubin, podría acabar sobrecargando o incluso agotando la cadena de suministros, y esto podría tener un impacto muy grande en otros productos no solo de la propia NVIDIA, sino también de otros fabricantes de semiconductores y de soluciones de aceleración para IA.
Pero esto también tiene otro lado preocupante, y son los fallos en arquitecturas y en chips tan complejos que se diseñan y se prueban en periodos de tiempo cada vez más cortos. Para NVIDIA esta estrategia buscaría impedir que sus rivales tengan tiempo para respirar y para lanzar innovaciones importantes en periodos tan cortos, para frenarlas y evitar que puedan llegar a acercarse a ella.
Vera Rubin fue anunciada en la GTC de 2025, y ahora se rumorea que podría llegar al mercado en la primera mitad de 2026. Si esto se confirma, su lanzamiento será pocos meses después de la llegada de Blackwell Ultra. Hay quien dice que todo esto es un movimiento de NVIDIA para desviar la atención sobre los problemas que tuvo Blackwell en su versión para aceleradoras gráficas (servidores y centros de datos).
Puede ser, pero si a NVIDIA le sale bien la jugada y consigue mantener un ritmo de renovación tan agresivo sin grandes problemas hará lo posible para seguir esa línea, porque le permitirá vender más en menos tiempo y mejorar sus ingresos.
