A la hora de actualizar un PC no siempre es posible renovar un único componente sin que este se vea afectado de forma negativa por otros más antiguos. Lo más frecuente es encontrarse casos en los que al cambiar la tarjeta gráfica tenemos al procesador haciendo un cuello de botella, y en estas situaciones será necesario cambiar ese componente para que la nueva tarjeta gráfica pueda rendir a plena potencia y quede libre de cuellos de botella.
El cuello de botella por CPU es una cuestión complicada porque no siempre afecta de la misma manera al equipo, y porque depende de cada juego en particular. Tom´s Hardware ha compartido un artículo donde analiza esta cuestión utilizando diferentes tarjetas gráficas con distintos procesadores, y al revisar los resultados es posible concluir que cambiar el procesador antes que una tarjeta gráfica en un PC para jugar solo tiene sentido en casos muy extremos.
Por ejemplo, la GeForce RTX 2080, que sigue siendo una tarjeta gráfica potente y que es capaz de superar en rendimiento a la GeForce RTX 3060, rinde casi igual con un Intel Core i7-8700K que con un Ryzen 7 7800X3D en 1080p con calidad ultra. Al cambiar a un Intel Core i9-13900K conseguimos un poco de rendimiento, pero si en vez de comprar ese procesador montamos una GeForce RTX 3080 la mejora de rendimiento es muchísimo más grande.
En el caso anterior es mucho más rentable cambiar la gráfica y mantener el procesador que hacer lo contrario. Con ese Intel Core i7-8700K el cuello de botella en 1080p sería muy grande a partir de una GeForce RTX 4080, y se seguiría notando mucho incluso en 1440p, pero sería mucho menos marcado en 2160p. Salvo en casos muy raros en un PC gaming hay que priorizar la actualización de la tarjeta gráfica, esa es la conclusión que se puede sacar del artículo de Tom´s Hardware.