NVIDIA ha venido lanzando una nueva arquitectura GPU cada dos años. Turing llegó al mercado en 2018, Ampere se lanzó en 2020 y Ada Lovelace llegó en 2022. Blackwell también llegará en 2024, así que el patrón está muy claro, una nueva generación cada dos años. Esto presenta un equilibrio entre novedades y saltos de potencia y renovaciones de producto para los consumidores, pero podría tener los días contados.
Esto podría cambiar con el lanzamiento de Rubin, la próxima arquitectura de NVIDIA, que estará disponible en 2025. Este cambio de estrategia se debe al creciente peso de la IA en el sector tecnológico, a una creciente competencia en este sector y al interés de NVIDIA de tener nuevos productos listos cada año para cubrir las necesidades de sus clientes, y para poder mejorar su oportunidad de negocio y sus ingresos.
No es un rumor, lo dijo el propio Jensen Huang, CEO de NVIDIA, cuando comentó que después de Blackwell, habrá otro chip, y que estarán en un ritmo anual. Para el mercado profesional esto puede tener mucho sentido por los avances de la IA y las necesidades de ese sector, pero lanzar una GPU nueva cada año en el mercado de consumo general no tiene el mismo sentido, y podría acabar teniendo un impacto negativo en las ventas de NVIDIA.
Puede que NVIDIA prefiera mantener un ritmo anual solo con GPUs profesionales, y que siga renovando sus GPUs de consumo en ciclos de dos años. Bajo este esquema algunas arquitecturas de NVIDIA no tendrían una versión de consumo general, lo que facilitaría también los ciclos de desarrollo y haría que fuese más sencillo mantener ese ritmo. Con los recursos que tiene NVIDIA la compañía puede hacer cualquier cosa que se proponga.