El desarrollo de las baterías de litio-azufre es prometedor, pero nunca ha llegado a convertirse en un producto comercial, y eso que las investigaciones dieron comienzo en los años sesenta. Ambos elementos, el azufre y el litio, son comunes y de fácil acceso, lo que reduciría el coste de fabricación de este tipo de baterías, y además pueden ofrecer otras ventajas sobre las baterías convencionales.
Con las baterías de litio-azufre sería posible conseguir una mayor densidad energética que con las baterías de ion de litio. Ahora mismo, una batería de ion de litio puede almacenar hasta 700 vatios-hora por kilogramo, lo que vendría a ser el equivalente a una batería grande para una bicicleta eléctrica. Con una batería de litio-azufre se podrán almacenar hasta 2.500 vatios-hora en una batería del mismo tamaño.
La única pega que tienen este tipo de baterías es que su vida útil es muy limitada, y es que esta no cumple con los estándares necesarios para convertirse en una alternativa real a las baterías de ion de litio, un problema que se podría superar con unos cambios que dotarían a este tipo de baterías de capacidad de autorreparación. Integrar yodo complementa la red de átomos de azufre y reduce la temperatura de fusión a 65 grados C, y esto permite fundir regularmente el material del cátodo para reparar los defectos que vayan surgiendo en la batería.
Este descubrimiento tan importante podría ser clave para que las baterías de litio-azufre superen sus problemas de durabilidad y se conviertan en una alternativa real a las de ion de litio, pero todavía no hay información de que estas vayan a llegar al mercado. Ahora mismo todo sigue quedando en logros sobre el papel, porque solo se han demostrado en laboratorio.
