AMD presentó en el CES los nuevos Ryzen 8000G, una generación de procesadores con GPU integrada que utilizan las arquitecturas Zen 4 y Zen 4c, dependiendo de cada modelo en concreto, y cuentan con núcleos gráficos basados en la arquitectura RDNA 3.
El modelo más potente es el Ryzen 7 8700G, que tiene una CPU Zen 4 con 8 núcleos y 16 hilos y una GPU Radeon 780M. Esa GPU es tan potente que puede superar incluso a una GeForce GTX 1650 de escritorio, aunque para sacarle el máximo rendimiento es necesario contar con una configuración de memoria RAM equilibrada y rápida.
Tener una GPU integrada supone una dependencia mayor de la memoria RAM del sistema, porque esta será utilizada también, en parte, como memoria gráfica. Esto quiere decir que una parte de la RAM se va a consumir como memoria VRAM, y que por lo tanto vamos a tener menos memoria RAM disponible de la que tendríamos si utilizásemos una tarjeta gráfica dedicada. Por eso es importante tener en cuenta que puede que la cantidad de memoria que teníamos pensado montar se nos acabe quedando corta debido a esto.
AMD recomienda montar un kit de dos módulos de DDR5 en doble canal funcionando a 6 GHz. La memoria DDR5 está ahora más barata que nunca, y comprar un kit de DDR5 a 6 GHz con unas buenas latencias no nos costará más de 120 o 130 euros, dependiendo de la marca que busquemos. Si nos vamos a diseños premium con iluminación LED RGB el coste subirá, pero solo por pura estética.
Para no quedarnos cortos de RAM bajo ninguna circunstancia lo ideal serían 32 GB de DDR5 en dos módulos de 16 GB, porque en juegos es fácil que se produzca un consumo de más de 4 GB de memoria RAM como VRAM, y si solo tenemos 16 GB podemos tener problemas en juegos actuales que consuman más de 12 GB de RAM.