La pasta térmica trabaja como material de contacto entre la CPU y el radiador del sistema de refrigeración que utilizamos. Este acelera la transferencia de calor entre ambos, pero también ayuda a superar las limitaciones (irregularidades, principalmente) que supondría un contacto directo entre el IHS y la base del radiador. Un contacto de metal a metal sin nada entre medias es una mala idea para refrigerar un procesador.
Aunque la pasta térmica funciona bien por sí sola, se ha comprobado recientemente que añadir sal a este material ayuda a mejorar la transferencia de calor, y reduce la temperatura de la CPU. Para añadir la sal a la pasta térmica primero se aplastó aquella hasta crear un polvo muy fino, luego se echó directamente sobre la pasta térmica y se mezcló.
Con la sal aplicada se mejoró la temperatura de trabajo, pero esto es una mala idea porque al final la sal es un material que tiene efectos corrosivos sobre el metal, así que no es una buena idea en absoluto. Es mejor invertir un poco más en comprar una buena pasta térmica, o en una solución de refrigeración más potente que sea capaz de mantener bajo control.
Es un experimento interesante, pero debemos tener cuidado porque puede generar una falsa sensación de seguridad, ya que a priori no se aprecia nada raro, pero la sal no es buena para la electrónica. Mucho cuidado con este tipo de experimentos, aunque el autor del mismo es conocido por haber hecho otras locuras, como utilizar zumo de naranja en un kit de refrigeración líquida y por apilar muchos ventiladores uno encima de otro.