Los terminales Pixel de Google son de los mejores teléfonos que podemos encontrar en el mercado. Quizá no tengan unas especificaciones espectaculares, pero sus cámaras son excelentes en lo que a calidad de imagen y algoritmos de fotografía computacional se refiere. Además, ofrecen funcionalidades únicas en los terminales Android, como la transcripción de grabaciones de forma automática (de momento solo en inglés) o la subtitulación de cualquier vídeo y contenido multimedia que reproduzcamos.
También tenemos las actualizaciones del sistema Android más afinadas del mercado y el foco puesto en la funcionalidad y con una obsolescencia mínima hasta el punto de que terminales como los Pixel 2 aún siguen siendo muy buenos terminales en el día a día.
La elección de procesadores de gama media como el Snapdragon 765G muestra la intención de Google hacia la racionalización del segmento de la telefonía. Y muestra que no es necesario tener un procesador premium para obtener una experiencia de uso óptima. Con este tipo de elecciones, Google arroja sensatez en un mercado donde en no pocas ocasiones los usuarios compran terminales con funcionalidades a las que raramente van a sacar partido.
Incluso terminales como el Pixel 4a con un soC Snapdragon 730 ofrecen una funcionalidad fantástica, con la excepción de juegos como Asphalt 9, eso sí.
