La polémica sobre Xbox Series S y los problemas que está dando a los desarrolladores se ha convertido en un tema recurrente. Para algunos, esta consola es un problema real, pero otros desarrolladores han quitado hierro al asunto y han dicho que realmente la cosa no es para tanto, y que es fácil ajustar el rendimiento porque la base es la misma que en Xbox Series X, tanto a nivel de CPU (Zen 2) como de GPU (RDNA 2).
Remedy parece estar de acuerdo con los primeros, ya que en una reciente entrevista el director de comunicación, Thomas Puha, ha dicho que esta consola acaba imponiendo limitaciones que afectan de forma drástica a los desarrollos, y que no es tan simple optimizar para ella con reducciones de resolución y de calidad de texturas. Quiere decir que hay que realizar ajustes más profundos que, al final, acaban afectando a la base del juego.

Puha ha dicho cosas interesantes, pero su argumentación no termina de quedar bien sustentada. Según él, cada motor gráfico es un mundo, y algunos dependen más de la CPU o de la GPU. Eso es verdad, pero en este caso, Xbox Series S tiene la misma base a nivel de CPU y un rendimiento casi idéntico en este sentido frente a Xbox Series X. Su GPU es menos potente, pero comparte arquitectura y capacidades técnicas, y lo mismo aplica al SSD. Lo único que realmente podría añadir una capa de complejidad es la menor cantidad de memoria disponible.
No deja de ser curiosa esa aparente contradicción entre estudios que son contrarios a Xbox Series S y aquellos que no ven esta consola como un problema real. Por cuestión de arquitectura y de características la cosa no parece para tanto, y es mucho más difícil mantener el soporte a la generación anterior, con sus CPUs Jaguar, que aceptar en el "grupo" a Xbox Series S.