La GTX 1060 de 6 GB fue una de las tarjetas gráficas más populares de la generación anterior, gracias a su buen valor precio-prestaciones, y se mantiene como una de las más buscadas en el mercado de segunda mano.
En general la RX 580 de 8 GB, que fue su rival directo, ha envejecido mejor y tiene un precio más atractivo, pero su consumo energético también es más elevado.
NVIDIA desplazó a la GTX 1060 de 6 GB con la GTX 1660, y no hace mucho introdujo una renovación importante con la GTX 1660 Super, un modelo que mantiene las especificaciones base de aquella pero que apuesta por la memoria GDDR6 para elevar el ancho de banda.
La GTX 1060 de 6 GB tiene 1.280 shaders Pascal, 80 TMUs, 48 ROPs, bus de 192 bits y 6 GB de GDDR5 a 8 GHz. Por contra, la GTX 1660 Super tiene 1.408 shaders Turing, 88 TMUs, 48 ROPs, bus de 192 bits y 6 GB de GDDR6 a 14 GHz.
Echando un ojo a los resultados que consiguen ambas tarjetas gráficas en juegos vemos que la diferencia es bastante grande, tanto que podríamos actualizar directamente de una GTX 1060 a una GTX 1660 Super sin problemas, notaríamos un salto tan grande que la inversión estaría debidamente justificada y amortizada.
Llama la atención ver que en algunos juegos actuales, como Red Dead Redemption 2 y Resident Evil 3 Remake, la diferencia es incluso más grande de lo que cabría esperar. Está claro que el soporte a nivel de drivers tiene mucho que ver en este sentido.