Científicos de la Universidad de Binghampton han conseguido desarrollar baterías que están "impresas" en papel, gracias al uso de la cromatografía en papel y bacterias.
Ese papel integra un polímero conductivo y nitrato de plata bajo una fina capa de cera, creando un cátodo. Sobre el papel se aplica un líquido rico en bacterias, que son las que alimentan la batería con la energía generada en su respiración.
La potencia de la batería se puede escalar gracias a la acumulación de diferentes pliegues de papel, lo que la convierte en una solución prometedora, aunque su capacidad es realmente baja.

Los primeros resultados son positivos pero con su capacidad actual harían falta millones de pliegues de papel para poder alimentar a una simple bombilla de 40W, así que todavía le queda mucho para poder salir del laboratorio.