La temperatura ambiente afecta mucho al rendimiento y a las temperaturas de trabajo de los componentes de un PC. En ambientes muy cálidos, donde las temperaturas superan los 40 grados, los componentes más potentes pueden tener problemas para funcionar de manera estable cuando manejan cargas de trabajo muy elevadas, y esto hace que sea necesario utilizar sistemas de refrigeración más potentes.
Una conocida creadora de contenidos que vive en China ha realizado un curioso experimento centrándose en este tema, pero a la inversa. En su ciudad se registró un mínimo de temperatura de 53 grados bajo cero, y decidió probar un PC gaming equipado con una CPU Intel Core i9-13900K y una tarjeta gráfica GeForce RTX 4090 con dicha temperatura ambiente.
El resultado es sorprendente, aunque primero decidió probar con una configuración más modesta, basada en un Intel Core Gen2 y una placa base H61. La temperatura era tan baja que la CPU podía funcionar sin ningún tipo de radiador y mantenerse entre 1 y 2 grados bajo cero. Al pasar la prueba de estrés AIDA64 la temperatura de la CPU apenas subía a entre 1 y 3 grados.
Con el equipo basado en un Intel Core i9-13900K acompañado de una refrigeración líquida AIO y una GeForce RTX 4090 ROG STRIX de ASUS la cosa salió mal, ya que la refrigeración líquida se congeló y dejó de funcionar. Al final se cambió por un enorme radiador y un conjunto de ventiladores, quedando la configuración como se ve en la imagen.
Las temperaturas de trabajo de la CPU se mantuvieron entre los 10 y los 15 grados, y pudo llegar a los 6,18 GHz sin problema. La GPU nunca superó los 30 grados bajo carga, y registró valores de 40 grados bajo cero. El experimento no pudo durar mucho tiempo porque los componentes se cubrían de hielo rápidamente al estar expuestos al exterior.
