Intel se encuentra en una situación complicada, pero según fuentes de la industria lo peor todavía no ha llegado. Uno de los problemas más importantes que tiene ahora mismo Intel está relacionado con el proceso de 10 nm SuperFin que utilizan los procesadores Tiger Lake, y afecta a la tasa de éxito por oblea.
Según las fuentes, dicho proceso ha mejorado desde 2018, pero sigue sin ser viable en términos económicos (de ingresos), y está muy lejos de poder entrar en una etapa de producción en masa que se acerque mínimamente al nivel de éxito por oblea del proceso de 14 nm.
El proceso de 10 nm "SuperFin" es superior a las anteriores versiones de dicho proceso, pero en términos productivos tiene mucho margen de mejora. Para que podamos comparar, este proceso tiene una tasa de éxito por oblea de más del 50%, mientras que Cannon Lake, la primera generación de Intel en 10 nm, apenas llegaba al 25% con la iGPU desactivada.
Rocket Lake no ha sido una buena idea. La fuente asegura que esta generación de procesadores, que adaptan la arquitectura Sunny Cove a los 14 nm, van a tener un consumo y unas temperaturas muy elevadas, y un tamaño bastante grande.
Otros problemas importantes que deberá afrontar Intel incluyen más retrasos en el proceso de fabricación de 7 nm, un cuello de botella a nivel productivo que podría obligarla a externalizar cada vez más la producción a TSMC y retrasos en sus principales líneas Xeon para servidores.
