Llega el turno de analizar el tercer procesador más interesante dentro de la nueva familia Core Ultra 200S para equipos de escritorio. Ya hemos hablado en anteriores artículos sobre los Core Ultra 9 285K y Core Ultra 5 245K, de las características técnicas de esta nueva familia de procesadores, que bebe directamente de la arquitectura introducida con Lunar Lake para portátiles.
Esto es, cores P Lion Cove y cores E Skymont, que pueden usarse tanto en procesadores para portátiles delgados y ligeros, como en equipos de escritorio para aplicaciones como el gaming. Esta unificación de las arquitecturas de equipos portátiles y de sobremesa hace ver que estamos ante una arquitectura escalable, desde regímenes de varios cientos de Vatios a apenas 10W.
Entre los procesadores para portátiles Lunar Lake Core Ultra 200V y los Arrow Lake Core Ultra 200S, hay diferencias en apartados como los chiplets, más numerosos en los procesadores de escritorio, con diferentes nodos de fabricación para ellos. En los procesadores de escritorio tenemos más cores (entre 14 y 24 cores) y en los de portátil nos quedamos con 8 cores. Los gráficos integrados en los equipos de sobremesa son heredados de los procesadores Meteor Lake, así como la NPU integrada, también heredada de Meteor Lake. En Lunar Lake, los gráficos integrados son de nueva generación, así como la NPU, de cuarta generación.
Lunar Lake también venía con la memoria RAM en el propio chip, aunque parece que este movimiento no será adoptado en futuras generaciones y la memoria RAM volverá a los módulos tradicionales en la placa, ya sean ampliables o soldados en el PCB. Arrow Lake-S, por su parte, exhibe un diseño más tradicional, con su “tile” de I/O, el de CPU, el de GPU y el “tile” del SoC, todos ellos con nodos de TSMC, junto con el sustrato 3D Foveros. En total, 17.800 millones de transistores, con una superficie de 243 mm2.
El modelo Core Ultra 7 256K viene con los mismos cores P (8 cores) que el Core Ultra 9 285K, pero con 12 cores E en vez de 16. Los cores Skymont de eficiencia son extraordinarios, con una mejora de rendimiento frente a la generación anterior de más del 60%. La diferencia de precio frente al Core Ultra 9 285K es sustancial. Con los precios disponibles en retailers como PC Componentes en el momento de escribir este texto, el modelo Core Ultra 7 265K cuesta casi 300 euros menos que el Core Ultra 9. Y unos 40 euros más que el Core Ultra 5 245K.
Aquí nos encontramos con la guerra de precios entre AMD y sus Ryzen 9000 e Intel y los Arrow Lake-S. Los procesadores premium de ambos fabricantes están por encima de los 700 euros, pero, a partir de ahí, “es la guerra”. El AMD Ryzen 9 9900X cuesta 470 euros, que son 50 euros más que el Core Ultra 7 256K, con 12 cores y 24 hilos, frente a los 20 cores y 20 hilos del Core Ultra 7. Es cierto que el precio “de lista” del Core Ultra 7 256K es de unos 480 euros. Probablemente la razón de la bajada esté en una mayor aceptación de la propuesta de AMD con un rendimiento equiparable en ciertos escenarios.
Hay que recordar que estos procesadores Intel Core Ultra 200S precisan de placas base nuevas con zócalo LGA1851 y chipset de la flamante serie 800, como el Z890 para las placas de gamas altas y para entusiastas. Por el contrario, AMD sí que permite pinchar los nuevos chips Ryzen 9000 en placas AM5 existentes facilitando el salto generacional de la CPU, manteniendo el resto de los componentes. Concretamente, la placa base y la memoria RAM. Con Intel y los Core Ultra 200S, tendremos que cambiar la placa base y, en algunas ocasiones, la memoria RAM, lo cual supone un gasto adicional importante, especialmente si aún no hemos amortizado la “inversión” anterior, si es que en el ámbito doméstico se puede hablar de inversión.
El Core Ultra 7 256K cuenta con su variante KF, sin gráficos integrados, aunque ahora que los precios están cambiando para ajustarse a la competencia de AMD o a la de procesadores de Intel de la generación anterior, se dan paradojas como la de que la versión K, con gráficos integrados, es más barata que la versión KF sin gráficos integrados. No es una iGPU que pueda usarse para apenas nada más que conectar un monitor para salir del paso en un momento dado, o en equipo de tipo “mini” orientados a tareas muy específicas. La NPU, por su parte, tiene una importancia marginal también, salvo que se use en tareas muy concretas.
Intel ponía como ejemplo, sin ir más lejos, para el uso de la NPU integrada, la aceleración de tareas relacionadas con el streaming de videojuegos, liberando a la CPU de esa carga de trabajo. Está por ver si este tipo de usos cuaja entre los usuarios.
Con los Core Ultra 200S, Intel ha conseguido mejorar frente a Raptor Lake en frentes como la eficiencia y el comportamiento en apartados como el calentamiento de los cores P y E, así como en la escalabilidad del rendimiento de los cores Lion Cove y Skymont. De hecho, estos cores se usan tanto en los Arrow Lake como en los Lunar Lake, cubriendo rangos de potencia desde los 10W hasta los 250W.
Una de las mejoras más sobresalientes la encontramos en los cores eficientes, Skymont, hasta el punto de que no sería de extrañar que hubiera procesadores que viniesen solo con cores E en CPUs para servidores, por ejemplo, o en la gama de entrada de los procesadores de sobremesa.