La teoría sobre los nuevos Intel Core Ultra 200S para escritorio ha sido planteada de un modo somero, poniendo el foco en sus claves principales, como son sus nuevos cores P y E, Lion Cove y Skymont respectivamente. En este apartado, sin embargo, nos centraremos en las pruebas de rendimiento.
En realidad es algo más complejo que el rendimiento. También es importante observar cómo se obtiene ese rendimiento. No es lo mismo obtener un rendimiento dado con 200W que con 400W. O llevando la temperatura hasta más de 100 grados en vez de mantenerla dentro de márgenes más razonables.
Por supuesto que es preciso mantener un equilibrio entre “buen comportamiento” de la arquitectura y la obtención de buenos resultados de rendimiento, especialmente en los equipos de sobremesa, en los que se busca tener un margen de maniobra mayor que en los equipos portátiles para mover aplicaciones y juegos. Pero, un “mal comportamiento” de la arquitectura puede dar lugar a problemas, como fallos en los procesadores incluso que es lo que se empezó a ver en las CPUs Intel de 13th y 14th Gen Intel Core.
En el caso de los Intel Core Ultra 200S, cuyo flagship probamos aquí, nos encontramos con cifras de rendimiento correctas, pero sin “fulminar” a los AMD Ryzen 9000 “Granite Ridge” con arquitectura Zen5 (y RDNA 2 para los gráficos integrados). Tampoco superan con claridad meridiana a los Intel Core de 13th y 14th Gen en el apartado del rendimiento bruto. En este sentido, Intel y AMD “empatan” en tanto en cuanto los Ryzen 9000 tampoco mostraron un aumento de las prestaciones que pudiera calificarse como significativo.
Para entender a los Arrow Lake-S hay que adentrarse en otras métricas menos evidentes, como el número de cores, los Vatios empleados para conseguir los rendimientos observados, así como las temperaturas de trabajo. Si tenemos en cuenta estos parámetros, es más fácil entender “por dónde van los tiros” con los Core Ultra 200S, del mismo modo (o parecido) a como había que entender a los AMD Ryzen 9000 “Granite Ridge”.
Sin ir más lejos, en cuanto a los Vatios, los procesadores Core Ultra 200S ya no muestran comportamientos erráticos en cuanto a consumo de Vatios. Tenemos un ajuste preciso a los límites de potencia definidos para cada modelo de CPU. En el caso del Core Ultra 9 285K, nos quedamos en unos 250W y en el del Core Ultra 5 245K, nos quedamos en unos 160W. Solo para escenarios de overclocking nos vamos hasta los 300W, aunque sin que haya ganancias significativas en rendimiento.
Las temperaturas también se mantienen fácilmente dentro de márgenes más que correctos. Lo vimos en el caso de Lunar Lake con más claridad: el sistema de refrigeración empleado en los equipos de sobremesa es mucho más potente que el que encontramos en los laptops.
Los dos apartados más llamativos de Arow Lake-S los encontramos en la arquitectura de sus cores Lion Cove para rendimiento y Skymont para eficiencia. Son los mismos cores que veíamos en Lunar Lake para portátiles, pero adaptados a las necesidades y peculiaridades de los equipos de escritorio. No tenemos Hyperthreading en los cores P, al tiempo que los cores E, Skymont, mejoran su rendimiento de forma extraordinaria frente a los cores eficientes de los Intel Core de 13th y 14th Gen.
Lo vemos con más detalle en las pruebas de rendimiento con Pov Ray, asignando diferentes afinidades, para evaluar el rendimiento con todos los cores, con los cores P (Zen5 en el caso de AMD), con los cores E (Zen5c en AMD), cores P y E sin Hyperthreading (para AMD), un core P (Zen5) o un core E (Zen5c).
Por lo pronto, con 10 cores E, consumiendo 92W, tenemos un resultado en PovRay de 42 segundos. Con 8 cores P, tenemos un consumo de 148W y un rendimiento de 40 segundos. Es decir, un 61% menos de consumo en los cores E, para un rendimiento similar. El rendimiento de los cores E, de hecho, está bastante cerca del rendimiento de los cores P, al contrario de lo que sucedía en los Intel Core de 13th y 14th Gen, así como en los Intel Meteor Lake.
Las diferencias con los procesadores Core Ultra 200 para portátiles están, sin ir más lejos, en el número de tiles que hay en los chips. En los Lunar Lake tenemos menos tiles, lo cual parece que permite ahorrar Vatios de “gestión” de las diferentes teselas. Mientras que en los procesadores de sobremesa, el rendimiento con pocos vatios cae en picado desde los 50W o 60W hacia abajo, en los Lunar Lake podemos trabajar con muchos menos Vatios.
Es importante mencionar también, que el rendimiento del Core Ultra 285K es comparable o superior al de sus competidores, con un número de cores menor, al no tener Hyperthreading. El Ryzen 9 9950X tiene 16 cores físicos y 32 lógicos, mientras que el Core i9-14900K tiene 24 cores físicos y 32 lógicos.
En principio no es ni mejor ni peor, son decisiones de cada compañía. Pero, da pie a pensar en futuras generaciones en las que nos encontremos con arquitecturas que no sean híbridas, con cores que conjuguen eficiencia y rendimiento por igual, con ligeras diferencias entre los cores más eficientes, como sucede ahora con los cores Zen5 y Zen5c de AMD.
En gaming, encontramos cifras equiparables o superiores a las obtenidas con el AMD Ryzen 9950X, aunque en títulos como Avatar: Frontiers of Pandora, tenemos un resultado muy pobre. Desde luego quien esperase un procesador para romper récords de rendimiento, no lo va a encontrar en los Arrow Lake-S Core Ultra 200K. AMD con los Ryzen 9000 tampoco ha brillado por las mejoras en potencia de cálculo. Ha sido muy criticada por ello, a pesar de las mejoras en eficiencia.
Con los Core Ultra 200K, y especialmente con el flagship Core Ultra 9 285K, es probable que suceda lo mismo, ante una falta de “punch” en el rendimiento bruto. En cualquier caso, la clave de Arrow Lake-S está también en la eficiencia y en los cambios de arquitectura que permiten a Intel sentar las bases para diseñar familias de procesadores portátiles, de escritorio o para servidores alrededor de una arquitectura común en la que no sea necesario abusar de frecuencias de reloj, voltajes y amperios para conseguir mejoras de una generación a otra.
Los Intel Core Ultra 200S vienen con NPU integrada y gráficos integrados, aunque con una presencia más bien testimonial. La NPU integrada puede acelerar algunas aplicaciones en escenarios como el gaming, pero sin que vaya a ser una revolución. De hecho, la generación tecnológica de la NPU en los Arrow Lake-S es la misma que la que viene con Meteor Lake. Los gráficos Xe-LPG son también una generación más veterana que los Xe2 que vienen en los Lunar Lake.
Sobre overclocking, las pruebas que hemos hecho de forma preliminar a falta de ver las posibilidades de las placas con chipset Z890, hacen ver que los aumentos de rendimiento no justifican realmente que se fuerce a los procesadores más allá de sus valores nominales. El consumo aumenta exponencialmente, por ejemplo.
Intel no lo va a tener fácil con estos procesadores Arrow Lake-S. AMD ha conseguido hacer valer sus procesadores Ryzen 9000 de escritorio al no tener una respuesta contundente por parte de Intel, aunque su máxima competencia son las CPUs Ryzen X3D de generaciones anteriores. Tener que comprar placa nueva, tampoco lo pone fácil. Con todo, si Intel no hubiera movido ficha en la eficiencia y la arquitectura, estaría ante un futuro muy incierto.
Arrow Lake-S es una plataforma que, a falta de sorpresas negativas que puedan surgir más adelantes, ofrece un comportamiento noble y predecible. Salvo los usuarios entusiastas del gaming, que deberían esperar a los Ryzen 9000X3D para conseguir, en teoría, la mejor propuesta para gamers, el resto debería encontrar en los Arrow Lake-S una propuesta solvente y con un comportamiento ejemplar.
LO MEJOR
- Comportamiento de la arquitectura, ajustándose a los límites de potencia con precisión y manteniendo unas buenas temperaturas de funcionamiento (con la refrigeración adecuada, claro)
- Rendimientos comparables o superiores a los de la competencia y a los de generaciones anteriores con menor número de cores.
- Las pruebas de la vida real corroboran punto por punto las premisas compartidas por Intel en la presentación de los Arrow Lake-S.
- Cores Skymont eficientes, con mejoras de rendimiento excepcionales frente a los cores eficientes de generaciones anteriores. Cores Lion Cove con un rendimiento muy elevado sin necesidad de integrar Hyperthreading.
- Se solucionan los problemas de fiabilidad de los procesadores de sobremesa de generaciones anteriores.
LO PEOR
- No tenemos un rendimiento claramente superior a la competencia o frente a generaciones anteriores en apartados como el gaming.
- Es preciso comprar una nueva placa base, al ser estos procesadores Core Ultra 200S incompatibles con los zócalos de las placas base con chipsets de la serie 700. Es decir, adoptar esta nueva plataforma supone tener que comprar, como mínimo, placa base y procesador.
- Los sistemas de refrigeración son compatibles en cuanto a dimensiones mecánicas, pero el punto de más calor en los Arrow Lake-S está ligeramente desplazado frente a los Intel Core de 14th Gen. Habrá que tener en cuenta este detalle.