Hace unos días estuvimos en Barcelona en la presentación de nuevos productos dentro de la división de consumo de Huawei. En concreto, la presentación de nuevos wearables en el capítulo de los relojes inteligentes, así como la de nuevas tabletas orientadas a audiencias jóvenes y a audiencias especialmente exigentes en cuanto a la calidad de la pantalla y a la experiencia de uso, incluyendo la creación de contenidos mediante teclado y puntero.
Huawei es una compañía clave para China. Este punto es especialmente interesante, en un momento en el que la geopolítica se ha inmiscuido en el terreno de la tecnología. Las razones son múltiples y no es fácil encontrar análisis detallados que profundicen en ello, aunque uno de los motivos parece estar en el progresivo aumento del porcentaje del PIB de naciones como Estados Unidos que proviene de las empresas tecnológicas.
En última instancia, las lentejas son las lentejas, y ante un panorama en el que el petróleo podría dejar de ser la llave maestra para configurar el ranking de potencias mundiales, la tecnología se erige como potencial candidata a ser el elemento diferenciador entre potencias mundiales. La guerra de los chips es una de las múltiples facetas de esta geopolítica de la tecnología, que se empezó a hacer patente con el veto a Huawei hace unos años, cuando Trump era aún presidente de los Estados Unidos antes de la llegada de Biden, bajo cuyos auspicios este bloqueo se hizo aún más severo.
Huawei, o cómo sobrevivir sin Google, Intel, AMD o TSMC
El bloqueo de los Estados Unidos llegó en 2018, cuando Huawei estaba a punto de posicionarse como el mayor fabricante de teléfonos móviles, por encima de Samsung y Apple. El daño a Apple era especialmente importante, al atacar directamente a la gama premium de terminales, que es básicamente la única con la que trabaja la compañía de Cupertino. El bloqueo a Huawei estaba sustentado en un primer momento en potenciales riesgos para la seguridad derivados de las tecnologías de comunicaciones 5G, pero en la práctica, la división que salió peor parada fue la de consumo, eliminando de paso un potencial problema para Apple, con una contribución importante al PIB de Estados Unidos en aquel momento.
Sea como fuere, la división de smartphones de Huawei, fuera de China, quedó seriamente tocada al no poder usar los servicios de Google. Con todo, Huawei ha seguido trayendo terminales a Europa, especialmente tras el proceso de recomposición de su cadena de suministro, moviendo la producción de componentes desde proveedores como TSMC a SMIC, un fabricante de procesadores chino que ya es capaz de trabajar con litografías de hasta 7 nm.
La división de wearables, con los relojes Huawei Watch y las pulseras de actividad, es la que menos ha sufrido los efectos del bloqueo. De hecho, está posicionada como número 1 global en la categoría de wearables que se llevan en la muñeca, gracias a argumentos robustos en apartados como la calidad de construcción, los diseños cuidados y elegantes, la funcionalidad para registrar actividad y para controlar parámetros de salud. El apartado de la autonomía también brilla con luz propia, destacando de manera rotunda sobre competidores como los Apple Watch o los Android Wear. Los dispositivos wearables para audio, como los Huawei FreeBuds o los FreeCip cubren prácticamente todos los posibles escenarios de uso para los auriculares TWS In-Ear.
La división de portátiles sigue ofreciendo equipos con procesadores Intel, con propuestas excelentes en lo que a calidad / precio se refiere. La dificultad reside en la disponibilidad de procesadores. De momento, hay propuestas con procesadores Intel Core Ultra Meteor Lake e Intel Core i9 e i5 de 13th y 12th Gen. Pero de Lunar Lake no se tienen noticias. Al menos de momento.
En el apartado de las tabletas, Huawei está haciendo un trabajo muy serio ofreciendo propuestas para todo tipo de audiencias, cuidando aspectos como la pantalla, la ergonomía y el diseño.
En cuanto a smartphones, tras unos años en los que Huawei ha ido migrando las tecnologías de cámaras, pantalla, comunicaciones o materiales de fabricación desde proveedores como Leica o Gorilla Glass a soluciones propias, ha conseguido volver al ruedo de la gama alta con la familia Pura 70, donde destaca especialmente el modelo Pura 70 Ultra, con un repertorio de cámaras excepcional.
No cuenta con los servicios de Google de forma nativa, pero existen formas de integrarlos casi en su totalidad gracias a propuestas de código abierto como microG Project, que permite disfrutar de prácticamente todos los GMS, salvo Wallet o Android Auto.
Solo disponible en China, tenemos el Huawei Mate XT, con doble bisagra de plegado, que puede convertirse en una tableta desplegando sus tres pantallas. Es toda una exhibición tecnológica, que saca los colores a Samsung, por ejemplo, al tener un grosor equiparable al del Galaxy Fold, pero con dos bisagras en vez de una.
En busca de la independencia en procesadores
Uno de los grandes logros de Huawei ha sido el de desarrollar sus propios procesadores Kirin. Disponer de sus propios chips, es una de las razones por las que la autonomía de sus dispositivos es tan buena, por ejemplo. Si el sistema operativo “habla” directamente con el hardware, la optimización energética es máxima. Y más aún si se diseñan aspectos de la arquitectura para “escuchar” al sistema operativo, que ahora también está en manos de Huawei en su totalidad en forma de Harmony OS y los Huawei Mobile Services.
Si hablamos de innovación, Huawei fue la primera compañía que llevó el concepto de NPU (Neural Processing Unit) a sus procesadores Kirin en los smartphones Huawei de las series P y Mate. Ahora es un concepto ampliamente usado, pero en aquel momento, hace ya unos años, fue una innovación importante.
Por lo pronto, los smartphones y tabletas de Huawei cuentan con procesadores Kirin, con tecnologías de fabricación de 5 nm – 7 nm. Se trata de tecnologías que aparentemente no pueden competir con los procesadores de 3 nm de fabricantes como Qualcomm, Apple o MediaTek, pero en la vida real, lo cierto es que siguen siendo procesadores que ofrecen un rendimiento y una autonomía perfectamente competitivos, salvo que busquemos un resultado en un benchmark.
El apartado donde sí se necesita mejorar es en el del rendimiento gráfico, dejando fuera de la ecuación del gaming a los dispositivos de esta generación. Al menos fuera del gaming con títulos especialmente exigentes en el apartado de calidad gráfica o tasas de frames.
SMIC, el fabricante más importante de chips de China, está trabajando de forma acelerada para modernizar sus plantas de fabricación con litografías avanzadas. De momento, está apurando el potencial de sus máquinas litográficas actuales para llegar con comodidad a los 7 nm, e incluso ir más allá. Es un apartado necesario para acomodar arquitecturas de procesadores más competitivas, especialmente en el capítulo del rendimiento gráfico o procesamiento de imágenes o vídeo.
De hecho, todo apunta a que el plan inicial de Estados Unidos para dejar fuera del progreso tecnológico a China, va a salir mal, a la vista de los avances que está haciendo este país tanto en procesadores para smartphones, como en chips para equipos PC, servidores o incluso para Inteligencia Artificial.
Además de los productos para consumo, Huawei cuenta con una división profesional en la que se engloban sus propuestas en telecomunicaciones e infraestructuras, así como las que se dedican a construir centros de datos y servidores. También cuenta con una división de automoción con modelos eléctricos capaces de rivalizar con las propuestas de Tesla o Xiaomi.