Vamos a proceder con las pruebas. En un principio usamos Intel XTU, la herramienta de Intel que permite tunear los límites de potencia. Pero, por alguna razón desconocida, no ha sido posible instalarlo. Así que hemos recurrido a Throttle Stop, una herramienta muy potente, pero algo más enrevesada. En cualquier caso, cumple con su cometido y permite limitar los Vatios máximos que alcanzara la CPU.
Para AMD usaremos el fantástico Ryzen Controller, que permite ajustar los Vatios en la CPU con una precisión excelente. El objetivo es comparar, Vatio por Vatio, cómo aprovechan tanto Intel como AMD las posibilidades de usar los Vatios en forma de potencia de las que disponen ambos procesadores.
Para monitorizar el comportamiento de los equipos usamos HWInfo, donde podemos activar las gráficas de temperatura de CPU y GPU, así como el consumo en Vatios del procesador y las tarjetas gráficas dedicada e integrada.
Para ir completando la “foto” termodinámica, haremos una ronda de benchmarks en los que limitaremos los Vatios desde 5W a 75W en saltos de 5W y ejecutaremos Cinebench R23 tanto en single core como en multicore y anotamos los resultados. La ventilación estará al máximo de velocidad de los ventiladores para que ese punto no sea un cuello de botella.
Por otro lado, también vamos a lanzar el stress test FurMark al mismo tiempo que Cinebench R23. De este modo, vemos cómo varían los resultados cuando a la disipación de la CPU se suma la de la GPU dedicada. Esto hace que el equipo tenga que disipar más Vatios totales. A medida que reducimos los Vatios, también observamos cómo el rendimiento de CPU afecta al de la GPU al limitar el procesamiento de CPU asociado al benchmark gráfico.
El equipo de AMD:
El equipo de Intel:
Este tipo de perfilado de los equipos es útil tanto desde la perspectiva teórica como desde la de quienes están buscando un equipo portátil para su día a día. Como veremos, las diferencias en rendimiento pueden ser muy importantes, así como en autonomía. En el caso de ASUS, los TDPs mínimos se cumplen con solvencia, pero en otras propuestas es importante ver cómo se comporta el ordenador ante situaciones de estrés termodinámico para detectar potenciales throttling excesivos en los que el procesador reduce su rendimiento más allá de los límites del TDP.
El equipo de AMD:
El equipo de Intel:
En el apartado de los benchmarks, dejaremos de lado el formato habitual para mostrar las gráficas de rendimiento comparado de ambos Vivobook en diferentes tests. En principio puede parecer un poco injusto comparar un 4 cores y 8 hilos con un 8 cores y 16 hilos, pero la realidad es que ambos procesadores tienen un TDP similar y están posicionados dentro de la misma categoría de portátiles para la creación de contenidos.
El equipo de AMD:
El equipo de Intel:
No es frecuente encontrar equipos tan similares en los que “solo” cambie el procesador, por lo que es una buena oportunidad para realizar esta comparación, que va más al detalle tecnológico.
A modo de adelanto, decir que AMD se comporta mejor con un aporte de Vatios comedido. Intel, cuando el procesador está “a dieta” de Vatios, rinde peor. Cuando hay Vatios de sobra, el procesador de Intel va, en general, más ligero que el Ryzen 7. En las pruebas combinadas con Furmark, AMD funciona mejor por debajo de los 30W mientras que, por encima, Intel ofrece la mejor combinación de rendimiento de CPU y GPU.
Hablaremos de estos temas en el apartado siguiente.