Amazon ha llegado finalmente al mundo del gaming en la nube. Era la gran incógnita tras los movimientos de Microsoft, Google o NVIDIA en este campo, donde se empiezan a realizar movimientos como la compra de estudios en el caso de Microsoft y la adquisición de ZeniMax, para hacer que su propuesta de juegos en la nube sea suficientemente atractiva como para capturar el interés de los usuarios. Concretamente, Microsoft se ha hecho de golpe con ocho estudios de creación de videojuegos, entre los que se encuentra el mítico Bethesda o idSoftware, responsable de títulos como The Elder Scrolls, DOOM o Fallout.
El gaming en la nube no es una novedad. Trasladar la idea de Netflix al mundo de los juegos ha estado en mente de empresas como NVIDIA desde hace años. Netflix hace que el soporte físico para almacenar y ver películas se sustituya por una conexión de Internet. Del Blu-Ray o una llave USB o un disco duro con “pelis” o series se pasa a un modelo de suscripción mensual que da derecho a ver los contenidos que ofrezca el proveedor de que se trate.

En casa nos ahorramos el reproductor de Blu-Ray, los DVDs, los Blu-Rays, los discos duros o cualquier soporte físico y vemos las películas a través de una conexión de Internet con calidad HD, FullHD o 4K dependiendo de parámetros como la velocidad de la conexión. Las películas siguen estando almacenadas físicamente, pero en servidores de los proveedores del servicio, aunque generalmente estarán en la nube de Amazon (AWS), Azure de Microsoft, o la nube de Google o la de Apple. Los contenidos, posteriormente, pueden replicarse en los CDNs repartidos por todo el mundo, que hacen un papel de “caché” para repartir el tráfico.
Si lo vemos desde esta perspectiva, estamos pagando una especie de suscripción a un Google Drive con cantidades ingentes de contenidos. Lo peor que puede pasar es que la peli que queramos ver no esté en un momento dado en los servidores.

El gaming en la nube traslada ese modelo de uso al gaming. Eso sí, la complejidad es mayor, ya que no solo vemos un juego, sino que interaccionamos con él, por no hablar de los modos multijugador donde varias personas interactúan con el mismo juego. De todos modos, la idea es simple: ejecuta el juego en un servidor remoto, y usa la conexión de internet para llevar los frames que se “dibujan” en el framebuffer de la GPU remota al televisor en la casa de los usuarios, al tiempo que se detectan los movimientos de ratón, del mando de juegos o las pulsaciones de teclado y se hacen llegar el servidor donde se ejecuta el juego.
En teoría está bien, pero en un juego se necesita que la conexión de Internet lleve los frames con más detalle y nitidez que en Netflix, por ejemplo. Y que la conexión de Internet tenga una latencia muy pequeña para que el retardo entre las pulsaciones de teclado y la respuesta que vemos en la pantalla sea imperceptible.
Ahora ya tenemos conexiones de fibra con latencias de 4 ms o 5 ms y anchos de banda simétricos de hasta 600 Mbps o 1.000 Mbps, pero hace años era un obstáculo para desplegar masivamente un servicio de gaming en la nube.
Otro obstáculo era el hardware: las GPUs tenían un rendimiento menor, con un consumo mayor también. Para ofrecer una calidad gráfica decente había que usar GPUs de gamas muy altas y costosas, con TDPs muy elevados. Eso hacía que fuera inviable desplegar servidores con decenas de miles de GPUs y CPUs para ofrecer una suscripción asequible.

Poco a poco, estos obstáculos se han ido diluyendo en los avances tecnológicos. Las conexiones de Internet de fibra llegan a millones de hogares y el hardware gráfico ha avanzado hasta el punto de que con GPUs de gama media se puede ofrecer una experiencia de juego 1080p a 60 fps con nivel de detalle de gráficos alto.
NVIDIA salió de su fase beta en febrero con el servicio GeForce Now que puede jugarse en Android, PC, Mac o incluso Chromebooks, adelantándose a la propia Google con Stadia. Stadia se presentó en noviembre de 2018 y Microsoft ha integrado el proyecto xCloud en Xbox Game Pass Ultimate este mismo mes de septiembre, a la espera de que se integre en consolas, PC y Mac además de en Android.
NVIDIA juega con la ventaja de ser el que fabrica el hardware gráfico, por lo que puede desplegar servidores invirtiendo menos que lo que tienen que invertir un proveedor como Microsoft o Google cuando compran decenas de miles de equipos a precio de mercado. Microsoft o Google tienen la ventaja de contar con servidores propios que monetizan convenientemente, por lo que el retorno de la inversión es una variable que tienen controlada. Amazon, a pesar de ser el proveedor cloud más importante en este momento, ha hecho lo que hace siempre: no arriesgarse.

Amazon no tiene necesidad de ser pionera. No tiene que demostrar nada. No necesita salir primero. Y con el gaming en la nube, ha esperado a que sea una tendencia consolidada y robusta.
Que Amazon haya llegado ahora al mercado del gaming en la nube, significa que ha visto que es una forma de jugar viable, con futuro y que puede convertirse en la forma de jugar preferida para millones de gamers. Sale al mercado con todo inventado ya, por lo que se ha ahorrado la fase de “ensayo y error” como ha sufrido NVIDIA, por ejemplo, con el baile de estudios saliendo y entrando de la plataforma. O Microsoft con xCloud.
Luna de Amazon supone confirmar lo que ya hemos visto venir con los movimientos de Microsoft o NVIDIA o Google: que el gaming cloud está aquí para quedarse. Esto tiene sus ventajas e inconvenientes, por supuesto. Lo veremos en los siguientes apartados.