Hace más de una década, uno de los temas que más interés suscitaban entre los usuarios de tecnología era el de los procesadores. Intel y AMD eran, con el permiso de otras propuestas como Transmeta, proveniente de Linus Torvalds, inventor de Linux, las empresas que competían por ganarse a sus potenciales compradores en forma de componentes aislados o en forma de equipos PC o portátiles.
AMD adelantó a Intel por la derecha en bastantes ocasiones: fue la primera en ofrecer un procesador a 1 GHz, así como la primera en ofrecer soluciones de 64 bits y no se quedó atrás con los procesadores multi núcleo. Pero, con Intel Core, AMD se quedó en un punto complicado, al apostar por una arquitectura poco competitiva en rendimiento y con un margen limitado para evolucionar. La compra de ATI y el foco puesto en las tarjetas gráficas compitiendo con NVIDIA fueron otro aspecto que hizo que AMD solo fuera capaz de competir en el mercado de los procesadores dentro de las propuestas enfocadas a precio.

El segmento de los portátiles también estaba vedado para AMD más allá de las propuestas más económicas y con diseños poco refinados en aspectos como el peso o el grosor. Toda la serie de arquitecturas que van desde Piledriver hasta Excavator para procesadores con TDPs altos y estándar, o desde Bobcat hasta Excavator en la parte de TDPs de muy baja potencia, se vieron relegadas a segmentos orientados a precio en vez de competir con las arquitecturas Intel Core de igual a igual.
En la parte de servidores, el panorama no fue demasiado diferente. Los procesadores Opteron no podían competir con los Xeon. Y menos aún si pensamos que en el segmento de servidores, el precio está supeditado a otras variables tales como el propio rendimiento, consumo, soporte o escalabilidad de la plataforma.
A modo de resumen, según datos de Mercury Research, AMD tenía en el tercer trimestre de 2019 un 18% de la cuota de mercado de procesadores de sobremesa, con un incremento del 5% frente al año anterior. En portátiles, AMD tenía un 14,7% de cuota de mercado, con un incremento del 3,8% frente al año anterior y, en servidores, AMD tenía un 4,3% de cuota de mercado, con un incremento del 2,7% respecto al año 2018.

De todos modos, según cifras de uso en plataformas de benchmarks como las de PassMark, el 40% de los usuarios tenían CPUs de AMD. Son cifras que hay que tomar con cuidado, pero indican que, en el segmento de los usuarios entusiastas, la cuota de mercado y la imagen de marca de AMD están aumentando por igual. Si vamos a plataformas como Steam, los usuarios de procesadores Intel alcanzan el 84% de la audiencia. Según Forbes, AMD tendría un 33% de cuota de mercado.
En la parte de las GPUs, AMD ha conseguido ser competitiva gracias a la granularización del mercado de GPUs. No siempre las gráficas más potentes son las más vendidas. Una buena relación rendimiento/precio es, en ocasiones, más deseable que una gráfica de gama alta. AMD, con Vega y Navi no ha conseguido superar en rendimiento a las NVIDIA GTX o RTX, pero en el segmento medio, compite bien con NVIDIA a un precio muy interesante. Además, AMD provee de gráficas para el segmento profesional con un muy buen rendimiento bruto y una eficiencia también destacable.
Según cifras de Jon Peddie Research, NVIDIA cuenta con un 72,92% de cuota de mercado (cifras del tercer trimestre de 2019) y AMD tiene un 27,8%.
El segmento de las GPUs es muy goloso. Y más ahora, cuando estamos a las puertas del gaming en la nube, donde habrá una demanda notable de gráficas para equipar los servidores de servicios como Stadia, GeForce Now o xCloud de Microsoft entre otros. Intel, de hecho, está trabajando en su segunda GPU discreta. La primera data de 1998, y era la Intel 740. La segunda es la Intel Xe, que ya cuenta con prototipos funcionando como la Intel DG1. La arquitectura Intel Xe también vendrá como gráficos integrados en los procesadores Tiger Lake, que sucederán a los Ice Lake.

Con Zen, que llegó en 2017, AMD ha conseguido desarrollar de nuevo una arquitectura competitiva donde se consiguen tanto aprovechamientos muy altos de los recursos de cada core, los cuales se traducen en IPC tan buenos o más incluso que los de la arquitectura Intel Core, así como configuraciones multicore que permiten ofrecer CPUs de hasta 64 núcleos y 128 hilos, superando claramente a Intel. La tecnología de fabricación de 7nm le da, también, una ventaja competitiva, al disponer de mejores parámetros clave como la superficie de cada chip o la eficiencia energética. Cuantos más chips “quepan” en cada oblea, menor podrá ser el precio de cada procesador.
Intel sigue trabajando con tecnologías de fabricación de 14 nm y 10 nm. La de 14 nm está optimizada hasta límites impensables hace una década, cuando Intel seguía el modelo Tick-Tock, en el que la tecnología de fabricación se modificaba cada cuatro años aproximadamente. Intel lleva usando los 14 nm desde Broadwell en 2014. Los 10 nm los introdujo “de puntillas” en 2018 con Cannon Lake, y de forma generalizada con Ice Lake en 2019.