La siguiente generación de comunicaciones móviles es el 5G. A estas alturas es un acrónimo sobradamente conocido e incluso ha dejado de ser una promesa para convertirse en una realidad de la mano de operadores como Vodafone, que ya ha empezado a desplegar esta tecnología en varias ciudades de nuestra geografía. En otras partes del mundo también hay despliegues puntuales y, generalmente en modalidades pre-comerciales o en pruebas, salvo casos como los de Corea del Sur, donde 5G está disponible de manera generalizada. En cualquier caso, en 2020 la tecnología 5G debería estar disponible a nivel general en prácticamente todas las geografías, si nos atenemos a los planes previstos por parte de las operadoras y los proveedores tecnológicos.

Uno de los principales proveedores tecnológicos de tecnologías 5G es Huawei, que ha llevado a esta tecnología al plano de la geopolítica tras el veto al que ha sido sometida esta compañía china por parte de la administración de EEUU, alegando que la tecnología 5G es vital para el desarrollo tecnológico y económico del país, y que dejar en manos de una compañía china los aspectos tecnológicos del despliegue de las redes de comunicaciones de siguiente generación es una decisión que va en contra de la seguridad nacional.
Para entender por qué el 5G es una tecnología tan prometedora como polémica, podemos acudir a las claves que la diferencian de las generaciones anteriores de comunicaciones móviles como puede ser el 4G. Mientras que las generaciones anteriores han ido evolucionando sobre las bases de unos protocolos de comunicaciones que, básicamente eran los mismos, independientemente de que hablásemos de 2G, 3G o 4G, con 5G nos encontramos con la necesidad de realizar cambios significativos en el "core" de las redes de comunicaciones. Es decir, hay que realizar cambios significativos en los equipos que usan las operadoras para gestionar las tarjetas SIM que se dan de alta cuando un usuario contrata una modalidad de acceso a la red de telefonía bajo los auspicios de un operador de telefonía.
El 5G, básicamente, cambia la forma en la que se maneja la red de comunicaciones, pasando de usar equipos de red tales como routers o switches a usar servidores y centros de datos equipados con tarjetas de red, en los que se aplican las técnicas de las redes definidas por software o SDN (Software Defined Networks). En estas redes, lo que sucede a los paquetes de datos se decide en tiempo real y de forma dinámica, por lo que, prácticamente, podemos levantar y apagar servicios cómo y cuándo queramos y con los niveles de QoS, seguridad, redundancia y robustez que queramos.

Con LTE, la configuración de las redes de comunicaciones dependía en gran medida de equipos tales como routers o switches, donde un cambio en la configuración requería realizar cambios en las reglas de tráfico de red, las cuales necesitaban de horas o días de procesamiento y un tratamiento bastante artesanal. Con las redes 5G, las reglas se cambian por algoritmos y software de gestión de red. De hecho, una de las virtudes esenciales de 5G es el llamado “Network Slicing” o “troceamiento de la red”, que consiste precisamente en asignar trocitos de la red a servicios que precisan de un canal de comunicaciones. Por ejemplo, un hospital podría realizar una operación conectando cirujanos de todo el mundo a robots quirúrgicos, levantando un canal de comunicaciones de alta prioridad y baja latencia durante el tiempo que dure la intervención.
Para ello se necesita que tanto la parte de las antenas y las comunicaciones de radio cuenten con tecnologías que permitan transportar los bits a la velocidad adecuada y con la latencia adecuada, como que la parte del control de la red cuente con la tecnología adecuada para crear un “cable” virtual de datos que conecte a todos los participantes en la intervención de un modo estable, seguro y fiable.

Otra de las virtudes del 5G es su mayor capacidad para enviar y recibir datos, con velocidades de más de 10 Gbps (eMBB o enhanced Mobile Broadband). También es destacable la baja latencia de las comunicaciones, con valores en torno a 1 ms (URLLC o Ultra Reliable Low Latency Communications), así como la gestión de centenares de miles de dispositivos conectados por kilómetro cuadrado, lo cual es especialmente interesante en el caso del Internet de las Cosas (mMTC massive Machine Type Communications). Aspectos como la gestión del ancho de banda o la asignación de prioridades se gestiona también dinámicamente en el 5G, donde también se contemplan las comunicaciones críticas que ahora se realizan utilizando redes específicas como las redes TETRA.
Esta baja latencia, mayor ancho de banda y capacidad para conectar más dispositivos son la base para ofrecer futuros nuevos servicios alrededor de sectores como el transporte, la realidad aumentada y virtual, el Internet de las Cosas o la seguridad. Por ejemplo, la batería de los sensores conectados mediante tecnologías como NB-IoT contempladas dentro del 5G puede durar meses o años en vez de semanas o días, lo cual permitirá sensorizar elementos del mobiliario urbano o infraestructuras.
Campos como el gaming también se benefician de la baja latencia, especialmente si pensamos en variantes como las relacionadas con la realidad aumentada o virtual. La conducción asistida se beneficiará de tecnologías como V2X o V2V (Vehicle to everything y Vehicle to Vehicle), así como otros campos que posiblemente no están aún ni pensados. Es este potencial el que hace que el 5G se haya convertido en estratégico para los Estados Unidos, incluso a costa de ir en contra de empresas como ZTE el pasado año, o Huawei ahora. Por ejemplo, el filtrado de datos será mucho más efectivo con 5G una vez que los datos se hayan digitalizado y se procesen mediante algoritmos de software de forma nativa.