Ni un año ha pasado desde la presentación de la gama de procesadores AMD Ryzen y ya tenemos su relevo con nosotros. O quizá sería más correcto decir refresco, ya que como vamos a ver no estamos ni mucho menos ante Ryzen 2 (eso vendrá más adelante), sino antes un Ryzen refinado y actualizado al que le han añadido una GPU, en este caso un chip Vega. El resultado es AMD Ryzen with Radeon Vega, APUs conocidas como Raven Ridge, y que deberían otorgar un buen rendimiento tanto de CPU como GPU. AMD quiere llegar a ese tercio de ordenadores de sobremesa que no disponen de tarjeta gráfica dedicada, por lo que estas APUs se pueden convertir es una opción precio/rendimiento realmente interesante para los que no precisan de una GPU discreta, pero a sí mismo quieren cierta potencia y jugar puntualmente. Por supuesto, hemos visto APUs antes, pero éstas son las primeras que usan CPUs Ryzen, por lo que como producto nos llaman mucho la atención.

AMD comienza la andadura de sus APUs Ryzen con dos modelos, que son los que hoy se presentan y los que han caído en nuestras manos: El Ryzen 5 2400G y el Ryzen 3 2200G. El primero vendría a sustituir al Ryzen 5 1400, y el segundo al Ryzen 3 1200, que ya eran muy buenos procesadores, al menos en cuanto a precio / prestaciones se refiere, algo en lo que AMD suele ser experta. Al ser procesadores compatibles con el socket AM4, esto hace que las actuales placas base X370 e inferiores acepten estas APUs, alargando la vida de la plataforma actual. De todas formas, AMD va a sacar placas con un nuevo chipset, el X470, sobre el que de momento no tenemos información, pero no hay que sufrir: con actualizaciones de BIOS las placas actuales aceptarán estas APUs. De hecho, algunas placas tipo B350 incorporaban salidas de vídeo (en principio para APUs de antigua generación), pero que ahora tendrán más sentido que nunca con estas Raven Ridge.

Adentrados ya en las APUs Ryzen, vale la pena recordar que estamos ante soluciones donde importa el precio del conjunto, pero no se quiere renunciar a un rendimiento bueno. La potencia de la GPU va a ser limitada por muy núcleo Vega que lleven, pero a buen seguro que nos proporcionará una buena experiencia; la calidad de la misma es lo que hoy comprobaremos. Usando pues un proceso de fabricación semejante al de los Ryzen originales (14nm+), los procesadores Raven Ridge priman la frecuencia de salida por encima de la cantidad de núcleos o la potencia en general. Por esta razón no cuentan con tantos núcleos nativos ni lógicos (la GPU integrada ya aporta los suyos propios, y conservar un IPC no demasiado voluminoso es primordial para no pasarse con el consumo o la temperatura), y también se reducen la cantidad de pistas PCIe que pueden aportar (de x16 a x8), porque se entiende que son APUs donde esta fuerza bruta no es tan importante, aunque se conserva potencia a nivel general, que es lo que importa.


La idea es, pues, crear APUs centradas en la gama media y gama de entrada, que puedan ser asequibles en precio y que otorguen un buen rendimiento por lo que pagamos por ella, y con el aditivo que supone una GPU de la generación Vega en su interior. El otro punto a tener en cuenta en estos Raven Ridge es Precision Boost 2, que hace referencia al consumo: este algoritmo ahora permite hacer boost en más de un núcleo, mejora su precisión y es capaz de trabajar con más hilos de trabajo al mismo tiempo. AMD ha querido hacer unas APUs escalables, razón por la cual se podrán ver tanto en portátiles como en CPU, manteniendo unos consumos muy respetables, lo que puede ser realmente significativo en movilidad.


Por último, antes de perfilar más de cerca las dos APUs presentadas, listar los 4 aspectos a tener en cuenta dentro de la microarquitectura Zen, que es la que anida en la CPU de esos Raven Ridge:
- Desempeño: consigue lanzar más carga de trabajo a las líneas de ejecución (1,5X), y aprovecha mejor la conexión entre las cachés L2 y L3, lo que otorga más capacidad de cálculo final.
- Rendimiento: se amplían las cachés, con 32K de L1, 512 KB de L2 y hasta 8 MB de L3 a compartir entre los núcleos. Esto se traduce en un mayor ancho de banda y en una latencia más baja.
- Eficiencia: el proceso de fabricación 14nm+ FinFET ya permite un consumo más moderado, como antes hemos adelantado. La capacidad de los núcleos Zen de fragmentar su potencia y de permitir que sólo un núcleo (o los necesarios) alcancen frecuencias más agresivas es lo que reduce el consumo, y permita que estas APUs se implementen tanto en portátiles como en soluciones de escritorio de alto rendimiento.
- Escalabilidad: los núcleos Zen poseen CCX (CPU Complex), que en esencia es un bloque de 4 núcleos. Cada CCX tiene su propia caché compartida. Con el sistema de construcción Infinity Fabric es sencillo agrupar CCX y que se comparta información entre ellos, lo que sin duda tiene una gran aplicación práctica.
