A la hora de montar un NAS es imprescindible que tengamos en cuenta algunos detalles que atañen directamente al hardware. Hemos hecho referencia a ordenadores reciclados como una fuente más que probable de máquinas susceptibles a convertirse en NAS, pero no nos sirven todos. Un NAS se caracteriza, esencialmente, por un bajo consumo, y si el PC en cuestión es muy viejo quizá tengamos problemas en este sentido.
Evidentemente, la elección final es nuestra, pero cuanto menos consuma mejor. Por eso, si decidimos reciclar una antigua máquina, no estaría mal que nos hiciéramos con un medidor de consumo (se venden en cualquier gran superficie) y hagamos un seguimiento de la cantidad de vatios que requiere, y así hacer un sencillo cálculo mental de cuánto consumiría durante las horas que le exigiéramos.
El consumo es esencial en un NAS porque es un aparato que, en principio, debe estar encendido mucho tiempo. Durante el mismo, lo más probable es que esté en reposo, eso es cierto, pero máquinas muy viejas puede que nos den sorpresas desagradables con el recibo de la luz incluso si se pasan todo el tiempo sin hacer nada. Por eso, tengamos en cuenta que la máquina que empleemos goce, al menos, de opciones de ahorro energético. Existen fabricantes que dotan a sus placas base de sistemas de bajo consumo, e incluso de gestores por software para controlar la cantidad de vatios que se asignan a cada componente. MSI o Gigabyte son buenos ejemplos de ello. Miremos las características de las piezas de hardware antes de tomar ninguna decisión.

Y aquí tenemos un Qnap TS-212
El consumo se mide tanto por la placa (cuanto más pequeña, mejor), como por el procesador, el disco duro y el resto de componentes. Si queréis haceros una idea sobre qué elegir en este caso, repasad el artículo que hicimos en su día sobre equipos de bajo consumo y así poder orientaros un poco.
Ya que hablamos de hardware, no sería mala idea que nuestro NAS fuese un portento en cuanto a ruido generado. Estamos en las mismas de antes: es un aparato que permanecerá activo mucho tiempo, y mejor cuanto menos ruido haga. De ahí nuestra predilección por equipos pequeños, mejor si disponen de disipación pasiva en la gran mayoría de casos. Si el equipo es muy antiguo siempre es posible mejorar la ventilación cambiando los disipadores, o bien retirando unidades de ventilación que no sean necesarias, además de limpiar el interior, reemplazar pasta térmica, etcétera. Es igualmente importante el sitio donde estará el NAS: que goce de suficiente ventilación natural, conexión directa por cable a la red, y si es posible, asistencia de un SAI.
En este caso, lo más recomendable es que echemos mano o bien a un equipo que no sea muy grande, o bien comprar directamente las piezas que necesitemos, adaptando el nuevo equipo a nuestras necesidades. Ésta última es la mejor opción para hacernos con lo que realmente estamos buscando, ya que elegiremos a conciencia.
Hablamos de un NAS, así que el almacenamiento debe ser lo principal. Nosotros escogemos, pero no será un ordenador al uso, por lo que tampoco tenemos que hacernos con los discos más rápidos del mercado. En este caso, cuando más capacidad, mejor, de forma que un disco duro mecánico de alta capacidad, que tampoco sea especialmente veloz, nos hará un buen servicio. Siempre podemos optar por sistemas RAID para aumentar las prestaciones. Esto lo veremos sobre la marcha.
Obviamente, todo esto es desde el punto de vista doméstico; si queremos irnos al sector empresarial y otras sofisticaciones deberemos pensar a lo grande, tanto en el almacenamiento como en las fuentes de alimentación... e incluso en tamaño y ruido. Pero no es el caso que nos ocupa.
Ahora que ya tenemos más o menos claros los conceptos de hardware que debemos tener en cuenta, pasemos al siguiente punto.