El consumo perfecto no existe. Punto. Es muy complicado encontrar el equilibrio inamovible entre la cantidad de energía que un aparato debería consumir y lo que al final acaba consumiendo, por lo que nos tenemos que conformar con la opción que más se acerque a esta meta. Y eso no es poco, ya que encontrar un equipo que consuma lo mínimo no es una tarea fácil. Pero para eso estamos aquí.
El principio básico es que cualquier aparato electrónico consume energía eléctrica, pues es lo que necesita para funcionar. Y lo que resulta más importante: la consume incluso cuando no está encendido. Esto es especialmente destacable en ordenadores, donde podemos ver que totalmente apagado pero enchufado a la red eléctrica se pueden sacar unos cuantos vatios, aunque parezca imposible.
A la hora de buscar un PC que gaste poco hay que tener en cuenta también el presupuesto del que disponemos. En el caso del bajo consumo, más dinero no va a significar menos vatios. Claro está que tenemos que contar con componentes de calidad, pero en este caso no hay una relación directa entre un presupuesto muy elevado y un consumo eléctrico contenido. Tener claro lo que vamos a gastarnos orientará la compra, pero ahí queda todo.

Un ordenador reducido a la mínima expresión
De igual forma, es imprescindible tener en cuenta que cuanto más simple sea el aparato que montaremos, mejor. Hablamos de obviar cualquier periférico inútil que podamos necesitar, sobre todo si lo usaremos de forma muy puntual. Si el ordenador en cuestión se compone de placa base, disco duro, memoria, caja, teclado y ratón, mejor que añadirle una webcam, un dock para discos duros, o un lector de tarjetas. Aunque a priori estos periféricos gastan poco, a la larga pueden establecer la diferencia entre ahorro energético y derroche sin sentido.
De igual forma, queda totalmente descartada cualquier forma de reciclaje de componentes, excepto en casos muy concretos. Ahora que cada vez es más usual encontrarnos hogares con pequeños servidores multiusos encendidos prácticamente las 24 horas, es igualmente habitual hallar ordenadores que han sido reciclados para esta tarea. Es una mala idea si el ordenador en cuestión es viejo. Está bien dar una segunda vida a las cosas, pero conforme pasa el tiempo el hardware se vuelve menos eficiente, y surgen nuevas tecnologías. Si estamos hablando de montarnos un equipo que consuma poco, un ordenador de hace 4 o 5 años no es la mejor opción. Lo que sí podemos reciclar es alguna que otra pieza, como por ejemplo un disco duro, un módulo de memoria RAM…, y siempre que reúna ciertas condiciones, que después desglosaremos.
Otro punto a tener en cuenta es qué consumo es el óptimo. Es decir, cuando hablamos de bajo consumo, ¿a qué cifra exacta nos estamos refiriendo? Sobre esto no hay una respuesta absoluta, pero un ordenador de estas características y que se alimente de forma eficiente no debería consumir más de 50 W aproximadamente. Es una cifra sostenible en todos los aspectos.
Por último, ¿no os suenan las gamas “green” de muchos productos? Actualmente, innumerables fabricantes han lanzado productos verdes, es decir, orientados al bajo consumo y respetuosos con el medio ambiente. Esto es muchas veces una mera fachada para vender una gama de productos totalmente nueva, y en realidad las ventajas “ecológicas” no lo son tanto. Hay que aprender a distinguir esto para optimizar nuestra adquisición en la medida de lo posible.
Entremos en materia.