Las LCD (Liquid Cristal Display) se han hecho un hueco importante en el mercado como sustitutas directas de las CRT, las pantallas de tubo de toda la vida. Puesto que no vamos a dedicar un apartado a un formato que ya está en desuso como es el CRT, lo que sí veremos serán los aspectos en los que se diferencian estas dos tecnologías, y en por qué el LCD se ha convertido en el rey indiscutible de los salones de millones de personas en todo el mundo.
Vamos a intentar explicar la composición de una LCD sin que resulte demasiado pesado. Básicamente, este tipo de pantallas constan de dos placas de vidrio entre las cuales se halla una sustancia líquida la cual, al aplicarle una corriente eléctrica a un área específica, se polariza y cambia de color. Éste es el concepto básico de pantalla de cristal líquido, que aplicado a los televisores viene complementado por unos tubos fluorescentes que aplican la luz necesaria para proyectar las imágenes que se requieran (si no, no se vería nada). De ahí que los televisores LCD sean retroiluminados.
Una pantalla LCD de Sony
Las pantallas LCD han sido las sustitutas naturales de las CRT que, como recordaréis, eran esos armatostes que empleaban un tubo de rayos catódicos para representar las imágenes, y que ahora mismo están en fase de desaparición. Las principales ventajas de las LCD respecto a las CRT son:
- Menor consumo energético: las CRT necesitaban mucha más energía que las LCD para alimentar el tubo y representar las imágenes.
- Imagen más estable: las imágenes se producen de una sola vez en las LCD, mientras que en las CRT de pocos hertzios era frecuente ver un parpadeo. Además, no producen los efectos de ghosting característicos del tubo.
- Menor peso y grosor: sólo hay que pensar en el “trasero” de las pantallas de tubo para saber que las LCD no tienen este problema, agraciadas con una mayor ligereza y con una superficie visual correcta.
- Electromagnetismo: las CRT generaban radiaciones e interferencias electromagnéticas con otros aparatos, produciendo molestos efectos. Esto no pasa con las LCD.
- Vida útil: la retroiluminación LCD posee una vida útil mucho mayor a los televisores CRT.
A pesar de las innumerables ventajas, las pantallas de cristal líquido presentan inconvenientes respecto a sus antecesoras. Por ejemplo, al ser retroiluminadas provoca que el contraste y el brillo decrezcan, y la gestión del color sea peor. Los colores negros no sean negros, sino que se ven como grises, algo de lo que adolecen prácticamente todas las pantallas LCD retroiluminadas. Afortunadamente, la producción de los fluorescentes CCFL, que son los que retroiluminan estas pantallas, ha mejorado con el tiempo, y se ha logrado que haya modelos que requieran pocos de ellos, además de ser más eficientes y representar mayor brillo, contraste y un mejor ángulo de visión. Esto último es otro aspecto a tener en cuenta, ya que las LCD suelen volverse claras u oscuras dependiendo de dónde nos coloquemos para su visionado. Es cierto que esto también ha mejorado notablemente en los últimos años, pero sigue siendo el hándicap de las LCD, junto con la pureza de los colores.
Actualmente, los LCD son la mejor opción en cuanto a calidad precio. La producción de este tipo de pantallas se ha vuelto tan barata que prácticamente todo el mundo tiene una, y se puede acceder fácilmente a ellas por poco dinero. Esto ha provocado que se investiguen técnicas para mejorarlas, e incluso modelos distintos: como antes hemos dicho, una LCD es una pantalla retroiluminada, y lo que últimamente se estila es que a la tecnología LCD se le sumen LEDs. Es decir, que en lugar de fluorescentes CCFL sean LEDs, lo que mejora sustancialmente tanto el brillo como el contraste, el consumo, el peso y el grosor de las pantallas. Pero mejor que lo miremos con detenimiento