El tema del excesivo zoom es uno de los grandes inconvenientes del juego que impide realizar grandes acciones tácticas y eso que el juego requiere de importantes dosis de estrategia y capacidad de reacción, ya que hay suficiente variedad de unidades como para que se puedan montar ataques muy bien combinados y es que las diferentes capacidades de las tropas, que son básicamente las mismas de siempre de la saga más algún añadido, hace que un solo tipo de tropa, por muy numerosa que sea, no tenga posibilidades de éxito (quizá el Mammoth tank sea el único que puede). Así, hay unidades antieaéreas, unidades contra tanques o contra tropas, etc...
Un tema interesante introducido en las unidades son los niveles de experiencia o galones que permiten que cada unidad tenga cuatro niveles: el de base, dos niveles intermedios que les permiten aumentar su vida y daño y finalmente un último nivel que convierte a las unidades en tropas expertas, que además se regeneran y en algunos casos añaden mejores armas que las convierte en letales contra varias iguales de más bajo rango.
A nivel de defensas para nuestra base el juego no termina de convencer: tenemos variedad, originalidad y distintos niveles de efectividad, pero no podemos construir muros ni nada que detenga o conduzca por cierto sitio a las tropas enemigas, así que lo que tendremos que hacer nosotros es colocar torretas y unidades en dos o tres puntos estratégicos de nuestra base por donde nos atacan y así estaremos algo más tranquilos. Sin embargo, nunca estamos seguros ya que los enemigos cuentan con armas cada cierto tiempo sobre las que no hay defensa posible y esto son bombas nucleares o el cañón de iones, así que si nos relajamos, en un momento podemos ir a echar un vistazo a nuestra base y ver que la mitad de los edificios han desaparecido. Evidentemente nos enteraremos por el ruido y sonido. Esta característica provoca que nunca nos podamos relajar.
Y aquí es donde el juego pierde mi interés, aunque reconozco que puede encantar a otros: el ritmo endiablado que nos obliga a pensar muy rápido y a estar seleccionando, construyendo y moviendo unidades en todo momento y de forma frenética, en este aspecto nos sentimos impotentes ante una IA que es capaz de mover todas las unidades a la vez y atacando a quien debe y cómo debe. Esto no es grave porque la IA siempre nos ataca por el mismo sitio, tarda en volver a montar los edificios que hemos destruido y nos podemos dedicar a ir destruyendo las defensas de la base enemiga a base de raids aéreos. En definitiva el juego es más frenético que estratégico contra la máquina, quien tenga la capacidad de controlar más unidades de forma más efectiva y rápida tiene las de ganar, no hay que pensar con mucha profundidad, sino reaccionar y dar órdenes de forma muy rápida. Esto a mi me agota y no lo disfruto, es así de simple, lo mismo que me pasa con Starcraft, aunque este veterano juego aún es más frenético si cabe.
En definitiva, es un juego de manufactura casi impecable, pero sin ninguna excelencia en particular, quizá lo único destacable sea la calidad de imagen de sus vídeos y el trabajo en la creación de los escenarios, la variedad de misiones y el diseño de las unidades. El juego gustará a aquellos que buscan un RTS simple, rápido y bien hecho, pero puede decepcionar a aquellos que quieran más profundidad estratégica.
No me gusta, pero es recomendable a muchos jugadores, ya que quizá han buscado a un tipo de usuario más casual con unos gráficos efectivistas y unos requisitos técnicos poco exigentes para que la mayoría de equipos lo puedan mover correctamente, y eso que visualmente el juego es resultón y más que correcto. Eso sí, después de esta decepción ya se me quitaron las ganas de probar el Red Alert 3, ya que normalmente esta saga paralela era un poco más caótica y frenética si cabe.